Mesas de trabajo del día 2: Lectura previa
SAN FELIPE NERI Y SAN PIO V
Tomado de: La autoridad de la verdad: José Ignacio González Faus
Es bien sabido que estos dos santos, que, por otra parte se apreciaban mucho, hubo diferentes tensiones no pequeñas. Dejemos la palabra a una biógrafa del primero:
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pero no por ello hemos de dejar de analizar sus accione como hombre y como Papa. Indudablemente actuó por los motivos más elevados; lo cual no le impidió usar unos medios que sólo podían frustrar los objetivos que se proponía; quemar herejes no extirpa la herejía; quemar libros no destruye las ideas; recluir judíos en el ghetto no los convierte en cristianos; expulsar a las prostitutas de la ciudad no asegura la virtud de sus clientes; ejecutar a los sodomitas no anula la sodomía. La severidad de los castigos, sin duda asustó a la gente. Los individuos más recalcitrantes abandonaron la ciudad y fueron a engrosar los ejércitos de bandoleros; los débiles confesaron su culpa para escapar de lo peor sin que por ello cambiaran necesariamente sus opiniones. Los que más sufrieron fueron los inocentes y honrados, prendidos en las redes de la sospecha que siempre esparce este tipo de régimen. Felipe fue uno de éstos, aunque en su caso nunca sufrió el castigo efectivo; solo la amarga prueba de la iniquidad… Incluso llegó a hablar de ir él mismo a Milán, como una especie de vacaciones. El hecho de que pensara en irse de Roma muestra como le consumía la oposición bajo el régimen estricto de Pío V. La moderación y el sentido común [eran] cualidades que faltaban notablemente en Ghislieri [=Pío V]…
En 1570 Felipe se comprometió con otra causa poco apreciada en el ambiente general. Pío V había centrado su atención en la guerra contra los turcos. Hacía falta gente para las galeras de la flota cristiana. Remar en las galeras era un trabajo tan terrible que estaba reservado a los delincuentes. Pero en nombre del Papa el gobernador de Roma hizo una redada de gitanos y ordenó que fueran enviados a galeras. Los niños y las esposas de los gitanos recorrían la ciudad lamentándose de la injusticia de su destino. Entonces se dirigió una petición al Papa implorándole que liberase a los zíngaros de aquella imposición. Los gitanos no habían cometido ningún delito, y era injusto obligar a hombres inocentes a hacer un trabajo de reos>>. (Meriol TREVOR, San Felipe Neri, Santander 1986, pp. 116.117.123)
Entre los firmantes de esa carta estaba San Felipe Neri, el prior de los dominicos (hermano de orden de Pío V), un capuchino y un franciscano de Roma. Luego veremos las consecuencias de la firma. Antes comentemos el texto paso a paso.
- Pío V era un santo. Pero eso no le dispensa de ser juzgado por la historia. No hay en ello ninguna falta de respeto al misterio de Pedro. Ni, aunque el juicio de la autora lo encuentre notablemente <
>. - Los medios con los que quiso moralizar a Roma suelen ser Esto probablemente lo intuye también esta clase de temperamentos. Pero en ellos, aún más que el buen resultado de las disposiciones se busca con éstas un descargo de la indignación moral que fácilmente se confunde con amor a Dios.
- Pero el problema es que esos medios tampoco eran evangélicos: obedecían más bien a la lógica del poder que a la del Reinado de Dios; más a la mentalidad del antiguo inquisidor que a la del pastor; más a la lógica de la imposición que a la de la conversión. Todo ello prueba que la santidad, cuando no es más que esfuerzo o perfección moral en la línea del Catón, es decir, cuando sólo obedece a << los motivos más elevados>>, sirve de muy poco a la Iglesia. La Iglesia necesita la santidad, pero en la línea de Jesús, en la línea de <
- En consecuencia, ahí tenemos a San Felipe Neri como un predecesor del obispo de Évereux, soportando el rechazo y las amenazas (a pesar del prestigio de que ya gozaba entonces en toda Roma hasta el punto de que llegó a pensar en abandonar la ciudad…Realmente la historia es un constante retorno, y no hay nada nuevo bajo el sol. Pocas cosas hay más insoportables para el poder que la simple bondad: ella es, efectivamente <
>, que es la galaxia del Evangelio. - Lo más grave, a pesar de sus excelentes intenciones, Pío V es incapaz de percibir que aquellos gitanos eran hombres inocentes, y que la decisión de llevarlos a las galeras (ni que fuera para <
>) era profundamente Desde su óptica, eran ya culpables por el hecho de ser gitanos (decir, de ser tan distintos). Lo contrario es precisamente lo que con más insistencia enseña el Evangelio. Y fue lo que hizo tan conflictivo al misericordioso Jesús. - Por si fuera poco, todo lo anterior, he aquí al dulce santo Felipe firmado un documento colectivo ¡el colmo de la insubordinación! No extraña si añadimos que la reacción del papa ante aquel manifiesto fue echar fuera de Roma a todos los firmantes, salvo a Felipe Neri, con quien ya no se atrevía por la enorme autoridad de que gozaba y por lo mucho que le debía. Pero, a la vez que los expulsaba, les dio la razón, puesto que los gitanos fueron liberados de ser reclutados para las galeras. Al final, como también es frecuente, todo quedó en agua de borrajas. Pero las lecciones de la historia están ahí, para que intentemos aprenderlas.
- Finalmente, nada de lo dicho disminuye los grandes méritos de Pío V en otros momentos. Al acabar, es preciso reconocer su gran caridad, su mérito en llevar adelante las reformas de Trento en una Roma más bien inclinada a olvidarlas, y el gran cariño que sentía por él Felipe Neri. Por eso las reflexiones anteriores tampoco reivindican la imposición unilateral de lo que hemos denominado <
>. Es comprensible que en la opacidad y el pecado de esta historia, la lógica del poder sea necesaria más de dos veces. Lo único reivindicable en esta historia es que se trate de reducirla al mínimo posible y que no se excluya desde ella, como desobediente, la otra lógica más evangélica. Porque lo más difícil, lo dificilísimo de la Iglesia, es que le exige a la autoridad la lógica del Evangelio. - En consecuencia, ahí tenemos a San Felipe Neri como un predecesor del obispo de Évereux, soportando el rechazo y las amenazas (a pesar del prestigio de que ya gozaba entonces en toda Roma hasta el punto de que llegó a pensar en abandonar la ciudad…Realmente la historia es un constante retorno, y no hay nada nuevo bajo el sol. Pocas cosas hay más insoportables para el poder que la simple bondad: ella es, efectivamente <